Las muchísimas ventajas de hacer otros cursos durante la carrera
4 Feb 2024

Las muchísimas ventajas de hacer otros cursos durante la carrera

¿Y para qué íbamos a querer estudiar más cursos? ¿Acaso no tenemos bastante ya con la carrera? Seguid leyendo y ya veréis:

cursos

¿Para qué estudias tú?

Esta es una buena pregunta que todos deberíamos hacernos antes de entrar en la universidad. ¿Qué queremos conseguir? ¿Cuáles son nuestras metas?

Las respuestas, generalmente, se encuentran en un punto intermedio entre las dos que hay en los extremos: «Estudio por pura vocación, porque me apasiona mi carrera» o «Estudio porque quiero salir en la portada de la revista Forbes».

Lo normal es que nos guste lo que hacemos y que, además, queramos optar a un buen puesto de trabajo al terminar nuestros estudios.

Bien, pues, estudiemos para lo que estudiemos, complementar nuestra formación con cursos nos va a venir de maravilla.

Los cursos amplían y diversifican nuestros conocimientos

Al ampliar nuestra formación con cursos podemos tanto profundizar en nuestra disciplina principal como explorar áreas complementarias.

Esta diversidad no solo nos proporciona una información extra que complementa los conocimientos que vamos adquiriendo en el grado, sino que también nos brinda una perspectiva más amplia y nos permite hacer conexiones inesperadas entre diferentes campos de estudio.

Más allá de los contenidos del plan de estudios, estos cursos ofrecen una oportunidad única de expandir y enriquecer nuestra formación académica, de profundizar en temas que nos atraigan especialmente o de descubrir ramificaciones que pueden resultar tremendamente útiles. Hay que tener en cuenta que no hay tiempo material durante un grado para ver todo lo importante. Más bien sirve para darnos la base y enseñarnos a saber tirar del hilo para profundizar. Ese hilo puede estar regado de cursos.

Al abordar temas específicos o avanzados, complementamos los conocimientos adquiridos en la carrera y tendremos una perspectiva más amplia y enriquecida que nuestros compañeros.

Desarrollo de habilidades transversales

Además, si no elegimos un curso que sea específicamente de nuestra área de estudio, no será ningún problema. Al contrario. Cada curso adicional es una oportunidad para perfeccionar habilidades que son transferibles a cualquier campo.

La diversidad de los cursos que podemos hacer a lo largo de la carrera no solo amplía nuestro conocimiento, sino que también nos nutre habilidades transversales como el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la comunicación efectiva. Estas habilidades son esenciales en cualquier entorno laboral y nos permiten adaptarnos a desafíos cambiantes.

Es sorprendente cómo unas disciplinas influyen en otras y cómo se abre nuestra mente cuando empezamos a hacer inferencias y a conectar conocimientos.

Diferenciación en el mercado laboral

En un mercado laboral cada vez más competitivo, tener una combinación única de habilidades y conocimientos puede marcar la diferencia. Los empleadores buscan candidatos con una perspectiva integral, y los cursos adicionales pueden ser la clave para destacar en un mar de solicitantes.

Mientras que la educación universitaria se centra en una disciplina principal, la vida profesional a menudo requiere habilidades adicionales. Los cursos especializados proporcionan conocimientos prácticos y habilidades específicas. Lo que es particularmente relevante en un mundo laboral que valora la aplicabilidad y la adaptabilidad.

Hoy se ha vuelto esencial destacar. No vale con un expediente brillante, hay que diferenciarse. Los cursos especializados nos brindan una ventaja distintiva. Demuestran a empleadores potenciales que no solo cumplimos con los requisitos básicos, sino que también estamos comprometidos con nuestra formación continua, que tenemos curiosidad, que nos esforzamos…

Esta diferenciación será un factor clave al competir por oportunidades laborales. Por cierto, tener un eTítulo que poder enviar por correo y con todas las medidas de seguridad a cualquier empleador del mundo, también 😉.

Autodescubrimiento

Explorar cursos adicionales a lo largo de la carrera nos ofrece la posibilidad descubrir nuestras verdaderas pasiones. A veces, lo que comenzó como un curso adicional se convierte en el núcleo de nuestra vocación. Este proceso de autodescubrimiento nos va a ayudar a tomar decisiones educativas y profesionales con más argumentos e información, lo que reducirá los posibles arrepentimientos posteriores.

Networking y colaboración interdisciplinaria

Hay que tener amigos hasta en el infierno y cada curso adicional es una oportunidad para ampliar nuestra red de contactos. Conocer a personas con intereses y experiencias diferentes enriquece nuestra experiencia social y nos prepara para colaboraciones interdisciplinares, un aspecto clave en muchos campos profesionales modernos. Hacer networking es vital si queremos encontrar un buen trabajo, no desdeñemos esa ventaja adicional de la formación por no ser el objetivo principal.

Elegir el curso y elegir el momento

Obviamente, no vale de nada (para nuestros intereses académicos y profesionales) que, mientras estudiamos la carrera de Veterinaria, hagamos un curso de maquillaje de carnaval. Lo suyo es escoger temas que puedan sernos de alguna utilidad laboral (lo que no significa que, siguiendo con el ejemplo, tengamos que centrarnos solo en cuestiones veterinarias).

Pero tampoco será muy útil que hagamos un curso de, por ejemplo, etología felina si lo hacemos con un influencer de Instagram sin preparación. Los cursos hay que hacerlos en un buen centro educativo y con certificados oficiales si queremos poder añadirlos a nuestro currículo.

El momento también es importante. No se trata de sobrecargarnos porque la carrera ya es bastante dura de por sí, por lo que deberemos escoger momentos de vacaciones o de poca actividad académica (como justo al acabar una evaluación).

test
29 Ene 2024

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Ten esto en cuenta si quieres hacer buenos trabajos en grupo
22 Ene 2024

Ten esto en cuenta si quieres hacer buenos trabajos en grupo

Cuando es obligatorio hacer trabajos en grupo, el proceso puede convertirse en una experiencia odiosa o todo lo contrario. Prevenir es mejor que catear.

trabajos en grupo

Disfrutar de los trabajos en grupo suele depender de cuatro factores:

  1. Lo interesante que nos resulte el tema.
  2. El tiempo del que dispongamos para hacerlo.
  3. El reparto equitativo de las tareas.
  4. La relación con los otros miembros del equipo.

Nos gusten o no los trabajos en grupo, para sacarnos el eTítulo universitario vamos a tener que hacer unos cuantos, así que veamos cómo disfrutarlos y sacarles el máximo provecho:

Buscar temas interesantes para los trabajos en grupo

A veces, nosotros elegimos sobre qué vamos a hablar en un trabajo en grupo y nos aseguramos de buscar los temas que más nos gustan, pero en otras ocasiones los contenidos vienen impuestos de antemano y no nos interesan nada. Si este es el caso, tenemos dos opciones: o fastidiarnos y hacer un trabajo que nos aburra o tratar de enfocarlo hacia algo que nos resulte entretenido.

Para no amargarnos la vida buscando información sobre un tema que nos produce narcolepsia, es bueno hacer con el grupo una reunión inicial en la que hagamos una tormenta de ideas para darle una vuelta de tuerca al trabajo.

Con un poco de creatividad y varios cerebros pensando al unísono, conseguiremos ver alguna parte de la materia sobre la que sí nos apetezca investigar y, además, conseguiremos implicarnos más y hacer algo distinto al resto de la clase.

Así, además de disfrutar durante el proceso, nos ganaremos al docente que seguro va a apreciar nuestro interés y creatividad, lo que se reflejará positivamente en el trabajo y en nuestras notas.

Sin prisas, por favor

Por muy apasionante que sea el tema de nuestro trabajo en grupo, si lo hacemos a toda velocidad el día antes de tener que entregarlo, nos resultará insufrible. Ponerse a escribir páginas y páginas la noche previa, con el agobio de que se acabe el plazo y de que el trabajo no quede bien, son situaciones que nos hacen odiar el proceso de un trabajo académico y que pueden crear muchas tensiones con el grupo.

Por eso, es imprescindible que tengamos un acuerdo previo de plazos y que podamos tomarnos nuestro tiempo para hacer lo mejor posible la parte que nos toca.

Todo trabajo es un proceso de investigación que debería disfrutarse, pero sin el tiempo necesario, se convierte en copiar sin pensar las investigaciones de otros. Así, aunque aprobemos, no aprenderemos nada y nos aburriremos mucho.

Divide y vencerás

A veces no se trata de que todos hagamos lo mismo, sino de que cada miembro del grupo se encargue de una parte o de aquello que se le da mejor: hay personas que son estupendas para recopilar información útil, otras escriben rápido y bien, otras tienen un don para las entrevistas cara a cara, otras maquetan los trabajos de maravilla, otras son creativas a la hora de buscar argumentos nuevos, etc.

Si conseguimos que cada miembro del grupo haga aquello que mejor se le da, todos estaremos más relajados y haremos mejor la parte que nos corresponde. Cada habilidad es valiosa y no debemos valorar unas más que otras, sino saber aprovecharlas todas.

Trabajos en grupo y relaciones en el grupo

Lo normal es que tendamos a juntarnos con las personas que mejor nos caen de la clase, con nuestro grupo de amigos. Y eso está bien: trabajar en compañía de personas que nos resultan agradables siempre es mejor que hacerlo rodeados de gente que nos parece insoportable, pero, como casi todo, puede tener su lado malo.

Estas son las situaciones que suelen darse con los amigos:

  • Abusan de la confianza y dejan que otros hagan el trabajo por ellos.
  • Nos distraemos mutuamente con nuestras cosas y el trabajo se eterniza.
  • El estrés, la diferencia de criterios o la percepción de que uno siempre trabaja más que los demás son tensiones que suelen darse en los trabajos en grupo y que provocan discusiones que no queremos tener con amigos.

Todos hemos escuchado eso de que la confianza da asco y, aunque no siempre es verdad, hay que tenerlo en cuenta.

Un buen equipo de trabajo debería estar formado por compañeros con un trato cordial o de amistad, pero que sean todos igual de responsables. Si un amigo nos resulta un lastre para el trabajo, no hay que meterlo en el grupo o, si no queremos crear un conflicto, habrá que repartir bien las tareas y ser muy exigentes con los plazos.

Potenciar nuestras habilidades sociales y ser asertivos nos va a ayudar en estas situaciones. Debemos dar y exigir el mismo trabajo para todos y hablar todo de antemano nos va a ayudar a evitar posibles conflictos con el grupo, como el que tuvo esta pobre chica con su compañera 😉.

 

Concentrarse para estudiar: una capacidad entrenable
14 Ene 2024

Concentrarse para estudiar: una capacidad entrenable

Desgraciadamente, no podemos mejorar en tener los ojos más verdes o ser más altos, pero lo de concentrarse sí que se puede trabajar.

concentrarse

No a todos nos toca la lotería

Algunos afortunados tienen una habilidad innata para concentrarse en sus tareas sin ningún esfuerzo. Otros, sin embargo, tenemos que estar constantemente recordándonos que las moscas que vuelan a nuestro alrededor no son tan interesantes.

La vida es injusta: lo que a uno le cuesta cuatro horas estudiar a otro le suponen diez, porque se distrae constantemente. Pero no todo está perdido: la capacidad para concentrarse se puede entrenar incluso aunque nos hayan diagnosticado un trastorno por déficit de atención como el TDAH.

Un buen sitio para concentrarse

Hemos hablado en otros post de eTítulo de lo necesario que es tener un espacio de estudio adecuado y de cómo acondicionarlo, pero lo volvemos a recordar porque es, de verdad, muy importante.

Si tenemos problemas para concentrarnos cuando estamos estudiando, debemos hacer todo lo posible por sacar de la habitación aquellas cosas que nos puedan distraer, como la televisión, mascotas, consolas, móviles, familia ruidosa, etc. Hay que concienciarse de que vamos a estudiar y de que ya miraremos el WhatsApp en otro momento.

Pero lo de tener un espacio de estudio no es solo para crear un búnker antidistracciones, es para que nuestro cerebro sepa lo que se va a hacer ahí y no se ponga a divagar. Si tenemos un sitio en el que solo estudiamos, nos será más sencillo ponernos en ese modo de concentración total.

¿Concentrarse con ruido? qué va.

El ruido es uno de los factores que más distraen. Estar oyendo voces de fondo, las obras del vecino o incluso nuestra música favorita, nos va a sacar una y otra vez de la tarea, por lo que debemos intentar silenciarlos.

Evidentemente, no podemos hacer que nuestra familia se quede callada hasta que acabemos la facultad, ni podemos pedirle al vecino que instale la cocina en otro momento. Lo que sí podemos es quitar la música, el sonido del teléfono (y la vibración) y comprarnos unos buenos tapones para los oídos. Esa sensación de aislamiento es idónea para aumentar nuestra concentración.

Descansos obligatorios

Hay que parar. Incluso si hemos conseguido ese estado mágico en el que lo único que ronda nuestra cabeza es aquello que estudiamos. Es imprescindible que descansemos cada dos horas unos veinte minutos para no agotar el cerebro. O bien le pedimos a alguien que nos avise, o bien ponemos una alarma, pero no podemos estar cinco horas seguidas estudiando sin descanso porque no hay cerebro que aguante eso.

Si somos sinceros con nosotros mismos, de las cinco horas que llevamos sentados, ¿cuántas realmente hemos rendido? Lo de concentrarse también agota y, para poder hacerlo durante cinco horas, hay que descansar al menos una entre medias.

Meditación 

Suena un poco zen, pero varios estudios han demostrado que la meditación es muy buena para el cerebro. No se trata de ponernos místicos (salvo que nos apetezca), porque no tiene nada que ver con eso, sino de observar nuestros pensamientos desde fuera.

Si dedicamos unos minutos al día a meditar, conseguiremos estar más concentrados y con menos estrés en los exámenes. Hay muchas formas de meditación, solo hay que encontrar la que mejor nos funcione y usarla habitualmente.

Ejercicio siempre

El ejercicio físico activa nuestro cerebro y nos hace sentir bien. En equilibrio. Ya lo decía Juvenal: mens sana in corpore sano.

Aprovechar algún descanso para ir a correr o para hacer unos largos en la piscina, conseguirá que, a la vuelta, concentrarse en una tarea menos entretenida nos resulte mucho más fácil.

Buenas noticias: los videojuegos ayudan a concentrase

Evidentemente, no estamos recomendado jugar a videojuegos en temporada de exámenes, pero sí el resto del año. Los juegos de acción, en los que hay que estar pendiente de muchas cosas a la vez, estimulan nuestra capacidad de concentración. La entrenan.

El infarto de la última hora

Las personas que tienen problemas para concentrarse tienden a dejarlo todo para el último momento porque el nivel de estrés que genera la sensación de que no va a dar tiempo a terminar aumenta la concentración.

No lo hacen conscientemente, pero de alguna forma han aprendido que consiguen rendir más de esa manera. Tienen razón, su concentración aumenta, pero las consecuencias de dejarlo todo para el final a veces son nefastas, y estar constantemente sometiéndose a ese nivel de estrés tampoco es sano.

Es imprescindible que, si este es nuestro caso, consigamos organizarnos, ponernos unos horarios más firmes y contar con más tiempo para estudiar. Si necesitamos estar a punto de cumplir un plazo para enfocarnos en la tarea, podemos poner nosotros otros plazos diferentes que nos ayuden a tener esa sensación de fin del mundo, pero en pequeñas dosis para que no nos dé un infarto ni nos quedemos sin tiempo de verdad.

Varios sentidos para concentrarse mejor

No nos cuesta concentrarnos en una película o en un videojuego, no solo porque son mucho más entretenidos que aprenderse la Constitución de memoria, sino porque empleamos más sentidos. Si solo usamos la vista, es más fácil distraerse que si usamos la vista y el oído, por ejemplo.

Cuantos más sentidos intervengan en cualquier actividad que hagamos, más fácil será concentrarse en ella. Por eso, leer en voz alta, grabarnos y escucharnos mientras leemos y técnicas similares, pueden ayudarnos a que no se nos vaya la cabeza a otros lugares más entretenidos.

En grupo es más fácil concentrarse

Estudiar en grupo haciendo rondas de preguntas, no solo es mucho más divertido que hacerlo solo, sino que además la sana competitividad obliga a concentrarse en la tarea. Si conseguimos convencer a un par de amigos, veremos cómo los resultados son mejores de lo que esperábamos.

Juegos que mejoran la concentración

No solo los videojuegos nos ayudan, también los sudokus, el ajedrez, las damas o cualquier juego de estrategia en el que haya que anticipar jugadas, son un buen entrenamiento para aumentar nuestra concentración.

No olvidemos que, aunque no tengamos una gran concentración innata, sí podemos aprender a tenerla. Solo hay que entrenar y ser disciplinados y, en poco tiempo, comprobaremos los buenos resultados.

 

 

10 trucos para incorporar una nueva rutina sin mucho esfuerzo
7 Ene 2024

10 trucos para incorporar una nueva rutina sin mucho esfuerzo

Estudiar más, leer más, hacer deporte, comer sano, salir más, salir menos, dormir ocho horas… ¿Cuántas veces hemos fracasado al intentar incorporar una rutina en nuestro día a día? con estos consejos lo conseguiremos. 

 rutina

Lo mismo cada vez

Es inevitable, terminamos un año y hacemos repaso de lo que queremos mejorar para el próximo. Y dan igual las veces que quememos papelitos, pongamos una vela a los santos o demos vueltas en sentido contario a las agujas del reloj: si no seguimos un método para incorporar las rutinas que queramos a nuestro día a día, ninguna magia va a conseguir que este año, por fin, vayamos al gimnasio o estudiemos más.

Si no costase trabajo, no tendríamos que obligarnos

Cualquier logro en la vida requiere de un proceso. Estudiamos para sacar nuestro título universitario, obtenemos el eTítulo para tener un buen trabajo, hacemos deporte para cuidarnos y sentirnos bien, comemos adecuadamente para estar sanos… No se trata de chascar los dedos y listo, lo que queremos conseguir casi siempre requiere de constancia y dedicación que, en algunos casos, es de por vida.

Amar el mientras tanto

Por eso, aunque no hay que perder de vista nuestros objetivos, es importante darle valor al proceso y celebrarlo. Así evitaremos la frustración y el abandono. Ese «proceso» no es otro que incorporar rutinas, lo que pasa es que dicho así suena menos apetecible. Si queremos de verdad hacer cambios en nosotros mismos, esto es lo que toca: aprender a incorporar y a amar nuestras rutinas. No es tan difícil, veamos 10 trucos para conseguirlo.

1. Establecer metas realistas y graduales

Si tenemos alto el colesterol, es absurdo pensar que por pasarnos una semana comiendo ensalada se nos vaya a quitar. Se trata de comer bien cada día con excepciones y no comer mal siempre, salvo excepciones.

Y como eso, con todo lo demás. Si nos marcamos pequeños logros, como comer bien siete días seguidos, y lo celebramos, es más sencillo que queramos seguir comiendo bien otros siete más (ojo, la celebración no tiene por qué ser pollo frito y tarta, también podemos ir a un sitio que nos guste, darnos un capricho, ver a nuestro amigos, etc.).

Al plantearnos metas alcanzables, avanzamos de manera progresiva y tenemos una sensación de logro constante que nos ayuda a no abandonar.

2. Crear hábitos anclados en una rutina actual

Al vincular nuevas rutinas con hábitos ya existentes, aprovechamos la estructura mental que ya tenemos establecida. La técnica de apilar hábitos funciona. Por ejemplo, como ya nos cepillamos los dientes todas las noches, será mucho más sencillo que podamos incluir en ese momento la rutina de lavarnos también la cara y echarnos después una crema que si nos proponemos hacerlo a media tarde.

Crear un horario de nuevas rutinas —como dormir a ciertas horas, estudiar o hacer ejercicio— que se ajuste a nuestro estilo de vida y no modifique en exceso el horario anterior, hará que cuerpo y mente se adapten mejor a estos patrones predecibles. El cerebro quiere trabajar poco y no le gustan los cambios. Tengámoslo en cuenta.

3. Empecemos poco a poco

Relacionado con el primer punto, pero diferente está este: hay que empezar con acciones pequeñas y específicas e ir poco a poco aumentando la dificultad. Si queremos ejercitarnos, comenzamos con 10 minutos al día. Con el tiempo, podemos aumentar la duración y la dificultad de la rutina.

Cuando acabamos de fijarnos un objetivo, estamos motivadísimos y queremos, ya mismo, ser capaces de hacer proezas y ver los resultados cuanto antes. Cualquier entrenador, psicólogo o persona con dos dedos de frente nos diría lo mismo: hacer demasiado al principio supone abandonar más rápido. Para incorporar una rutina hay que ir de menos a más.

4. Involucrar a un compinche de rutina

Compartir nuevas rutinas con amigos o familiares no solo hace que sea más divertido, sino que también proporciona apoyo mutuo y rendición de cuentas.

Un poco de competitividad y otro poco de compañerismo nos va a mantener más motivados y la presión social dificultará el abandono.

5. Encontrar placer en lo que hacemos

Es importante que nos esforcemos en disfrutar de las rutinas. Puede sonar imposible ¿no? Si nos gustase, lo habríamos hecho antes. La verdad es que para disfrutar de algunas cosas hay que esforzarse un poco al principio y buscar el lado bueno, pero es posible conseguirlo con facilidad.

Nuestro cerebro, además de ser un poco vago, busca el placer (incluso cuando nos perjudica) así que vamos a dárselo para que cualquier nueva rutina pueda convertirse en un hábito arraigado.

Es necesario que busquemos la forma de hacer que nuestras actividades sean más placenteras, ya sea fomentando nuestra curiosidad durante el estudio para encontrarle el interés y la aplicación o eligiendo ejercicios que realmente nos diviertan.

Por mucho que queramos tener un cuerpo definido, si hacer pesas nos parece aburridísimo, probemos con deportes como la escalada o la calistenia.

6. Utilizar recordatorios

Como queremos hacer algo que antes no hacíamos, puede pasar que haya días en que se nos olvide. Hasta que la rutina esté interiorizada, colocar recordatorios visuales en lugares clave o poner alarmas en el teléfono nos va a ayudar a no olvidarlo ni sin querer ni a propósito (que también pasa). Recordemos que las alarmas se pueden apagar, pero las notas, no.

Los recordatorios pueden ser una nota en la nevera para recordarnos que queremos comer saludablemente, en el espejo del baño para acordarnos de la crema antiacné o en la mesa para que no se nos olvide que tenemos que estudiar de cinco a ocho.

La repetición y las señales visuales refuerzan la memoria y la necesidad de cumplir con la rutina.

7. Crear un Ambiente favorable a la rutina

Diseña nuestro entorno para respaldar las rutinas nos va a ayudar. Esto podría ser tener un espacio de estudio tranquilo y adecuado o tener las zapatillas deportivas listas para el ejercicio. Un ambiente que respalda nuestros objetivos facilita que sigamos las rutinas.

8. Ser flexible

La vida cambia, y las rutinas deben adaptarse. Además, la rigidez excesiva puede llevarnos a la desmotivación. Aceptemos que habrá días difíciles y que podemos adaptar las rutinas según sea necesario.

Pero no tomemos esto como una norma sino como una excepción, porque si queremos convertir una actividad en rutina, vamos a tener que esforzarnos hasta que la hagamos sin tener que pensar en que tenemos que hacerla. Cuando sea algo automático y normal en nuestra vida, lo habremos conseguido.

9. Refuerzo positivo y emocional

Lo decíamos al principio. Celebrar los pequeños logros es vital para que todo esto funcione. Tenemos que recompensarnos por el esfuerzo para no perder la motivación.

Además, debemos recordarnos por qué esa rutina es importante para nosotros. Ya sea por salud, desarrollo personal o logro de metas, comprender la importancia emocional fortalecerá nuestro compromiso.

10. Persistencia, paciencia y control de daños

La formación de hábitos lleva tiempo, pero, si se hace bien, no es tan duro como parece. Con un poco de paciencia y persistencia vamos a ver pronto resultados.

Antes de empezar a incorporar cualquier rutina, una cosa que debemos tener en cuenta es que se puede fallar. Y no solo se puede, sino que hay que asumir que pasará y que no es grave. La culpa no nos va a hacer ningún bien, así que si tropezamos un día, retomamos la rutina al siguiente y tan contentos por haber seguido. ¡A celebrarlo!