5 reglas de oro para preparar los exámenes

5 reglas de oro para preparar los exámenes

La semana pasada hablamos de salud, algo esencial para reducir el agotamiento en época de exámenes. Ahora vamos a hablar de otras reglas de oro para estudiar mejor y asimilar más, que es de lo que se trata.

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1. Variar las técnicas de estudio

Lo hemos dicho muchas veces: estudiar siempre de la misma forma es menos eficaz y agota antes que ir variando. Si en las primeras horas hemos leído y subrayado, luego podemos hacer esquemas, dibujos o mapas mentales, después podemos probar con fichas y test, y cuando ya estemos hartos, podemos probar con las técnicas que potencian la memoria auditiva como hacer canciones o rimas que nos será más entretenido. Busca tu propio ritmo, pero ve cambiando porque rendirás más y aprenderás mejor.

2. Establecer horarios y rutinas regulares

Durante este tiempo, mantener una rutina de estudio va a ser esencial para lograr unos buenos resultados. Es necesario que nos levantemos siempre a la misma hora y que mantengamos también un horario regular de comidas y sueño.

Durante el curso, siempre recomendamos que se estudien en la misma jornada distintas asignaturas y no siempre la misma, pero en época de exámenes normalmente eso resulta imposible o muy poco aconsejable, porque tenemos pocos días para prepara cada examen y debemos usar todas las horas posibles para preparar cada uno. Aun así, podemos hacer variaciones, como decíamos, en las técnicas de estudio que usemos, pero intentando ajustarnos siempre a los horarios que mejor nos convengan. Tanto si estudiamos por el día como si somos animales nocturnos, lo importante es respetar esos horarios siempre, para que cuerpo y mente se acostumbren rápido a la rutina y no nos pidan otras cosas (como irnos de juerga o tumbarnos a ver la tele), que no proceden en estos momentos.

3. Hacer descansos

Todos podemos aguantar una jornada de 8 horas estudiando, pero ¿durante cuántos días o semanas? No se trata de agotarnos nada más empezar, sino de ir poco a poco y aguantar hasta el final. Estudiar es demoledor para el cerebro y aunque haya veces que no notemos ese agotamiento tan rápidamente como otras, él está ahí calladito pero mermando nuestras capacidades.

Cada dos o tres horas hay que parar, dar una vuelta, hacer ejercicio o charlar con alguien. Los tres primeros descansos deben ser de 15 o 20 minutos, no más, pero luego, por ejemplo después de comer, debemos prolongar el descanso hasta una hora para volver después a los descansos breves.

Calculemos más o menos que cada 3 descansos cortos tendremos que hacer uno largo y que no debemos extender la jornada más de lo necesario.

Si nos planificamos bien de antemano, tenemos todo el temario controlado y sabemos más o menos la dificultad de cada asignatura, podemos estudiarlo todo a un ritmo asequible para el ser humano.

4. Estudiar en grupo

Una buena manera de desintoxicarnos un poco del micromundo “misapuntesyyo” en el que se convierte tu vida en este periodo, es ampliarlo de vez en cuando a “misapuntesmiscompañerosyyo”. Si todos tenéis un compromiso serio de estudiar y no os vais a pasar la tarde de charla, estudiar con los compañeros será muy productivo, porque tendréis la oportunidad de repasar en voz alta, de evaluar vuestros conocimientos mutuamente o de entender conceptos complejos con las palabras de otros.

Evidentemente, para llegar a este punto ya tenéis que tener cada uno un trabajo hecho en solitario, pero no subestiméis la gran ayuda que os puede suponer a todos compartir conocimientos a la hora de afianzar conceptos y repasar.

5. Concentrarse en la meta

Durante este tiempo siempre hay momentos de bajón en los que tienes ganas de pasar de todo, de dejarlo para septiembre e incluso de mandar la carrera a paseo, pero como hacer eso sería absurdo y en el fondo lo sabemos, seguimos estudiando aunque muy hartos de la vida. En concreto, los exámenes finales son especialmente crueles, porque mientras algunos ya están de vacaciones disfrutando de festivales, playas y escapadas románticas, tú estás sentado con tus apuntes y maldiciendo la suerte de los demás. Eso por no hablar de que las vacaciones de verano están tan cerca que ya casi las sientes, y tras un largo curso y un largo invierno, lo que menos apetece es estar metido en casa con el subrayador fosforito en la mano. Sí, es así. Es duro e injusto, pero hemos decidido estudiar por algo y esos motivos son los que debemos recordarnos para darnos fuerzas cuando ya no las encontremos en otros sitios. Una buena motivación parte de uno mismo y, aunque haya días malos y días espantosos, debemos tener siempre en mente nuestro objetivo, nuestra meta, para no caer en la desesperación y seguir adelante.

Piensa que cuando apruebes todo, te esperará un largo verano sin más obligaciones que las que tú quieras imponerte.

¡¡A por ello, chic@s!!

 

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