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Poco tiempo y mucho temario: plan exprés para salvar un examen

Poco tiempo y mucho temario: plan exprés para salvar un examen

Si hemos cometido el error de dejar las cosas para el último minuto y ahora vemos que el temario nos supera, tenemos dos opciones: dejarnos llevar por el pánico y huir en el primer vuelo disponible o hacer lo que podamos y que nos sirva de lección para la próxima vez.

Orden antes de nada

El reloj corre y el primer riesgo al que nos enfrentamos es que el desorden nos robe minutos porque nos cueste encontrar algo o no lo tengamos, así que, para empezar, tenemos que establecer una lista de temas, los separamos en apartados manejables y los clasificamos de mayor a menor dificultad.

De este modo, dedicamos la franja de máxima energía (al comienzo del estudio) a lo complejo y dejamos lo sencillo para el tramo final, cuando la fatiga pesa más.

Integrar las técnicas de estudio en un solo paso

No disponemos de margen para lecturas sucesivas, subrayados artísticos y resúmenes pausados. Mientras hacemos una lectura comprensiva, subrayamos ideas clave y anotamos al margen posibles preguntas. Así, al terminar un apartado ya contaremos con:

  • Conceptos esenciales marcados.
  • Posibles enunciados de examen listos.
  • Un esquema inicial que luego servirá para repasar.

Así nos evitaremos releer páginas completas y conservaremos los datos relevantes de un solo vistazo.

Pomodoro para mantener la concentración

Para no agotarnos demasiado, vamos a trabajar en intervalos de 25 minutos seguidos de 5 minutos de pausa. Cuatro ciclos forman un bloque de dos horas, tras el cual paramos 15 minutos para hidratarnos, estirar el cuerpo y ventilar la habitación. De esta manera, mantenemos la concentración sin llegar al agotamiento que arruina la memoria a corto plazo.

Microdescansos activos

En los intervalos de cinco minutos caminamos por el pasillo, inhalamos profundamente y soltamos aire despacio. Este pequeño gesto oxigena el cerebro y frena el cortisol, enemigo directo de la memoria.

Con un poco de fuerza de voluntad, hay que evitar revisar redes sociales, porque activan estímulos que interfieren con la codificación del contenido académico y nos enganchan. Dejemos eso para cuando acabemos.

Crear nuestros propios exámenes

Con las preguntas apuntadas que hemos ido redactando según leíamos convertimos el temario en un estupendo test con el que empezar a memorizar.

Lo ideal es que respondamos a esas preguntas redactando las respuestas completas sin consultar los apuntes y, al terminar, corrijamos con un bolígrafo distinto.

Los errores se resaltan y se añaden notas aclaratorias breves. Repetiremos el test hasta que los fallos desaparezcan. Esta práctica nos permite:

  • Afianzar la recuperación activa de la información sin tener que releer los temarios.
  • Nos revela lagunas concretas que podamos tener, de manera que no perderemos el tiempo repasando cosas que ya sabemos.
  • Simula la presión del día del examen y hará que estemos menos nerviosos en la prueba.

Convertir la teoría en ejemplos

Cuando un concepto resulta abstracto, es útil buscar un ejemplo de la vida diaria o un esquema visual rápido. Asociar cada definición con una situación reconocible facilita que el cerebro recupere la información en el examen. Tres ejemplos por tema bastan para anclar las ideas sin invertir demasiado tiempo creativo.

El útil minirepaso nocturno

Diez minutos antes de dormir es bueno releer las preguntas que hayamos fallado y las respuestas corregidas. El sueño consolida recuerdos recientes; un repaso breve sin sobrecargar la mente potencia que se fijen los datos en nuestra memoria mientras descansamos.

Evaluar riesgos y priorizar

Si la fecha del examen está a unas 48 horas y los temas superan lo humanamente asumible, tendremos que escoger aquellos con mayor peso o con más probabilidades de caer (los profes siempre dan pistas durante las clases o también podemos consultar a alumnos de años previos qué cayó en el examen). No se trata de dejar huecos al azar, sino de maximizar nuestras probabilidades de éxito.

Recordemos que no es un buen hábito

Este plan exprés rescata la situación, pero no construye un conocimiento duradero. La comprensión profunda, la mente crítica y la capacidad de relacionar ideas se logran con la lectura pausada, el debate y la práctica constante. Para ser buenos profesionales, necesitamos, además del eTítulo, una base sólida de conocimientos y no solo memoria relámpago. La próxima vez, más vale repartir el esfuerzo desde el primer día para que aprender sea, además de productivo, un proceso menos estresante.