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Lectura comprensiva: una técnica de estudio genial

Lectura comprensiva: una técnica de estudio genial

Con la técnica estudio de la lectura comprensiva memorizarás más rápido, entenderás mejor los temarios y ganarás tiempo.

Leer y releer

Gran parte del tiempo que pasamos preparando los exámenes lo invertimos en leer el temario y volverlo a leer después, pero muchas veces esa lectura no nos cunde como debería, bien porque nos distraemos y no comprendemos del todo lo que dice o bien porque no lo recordamos después debido a que, en el fondo, no nos interesaba demasiado.

Es importante que cada minuto que invertimos en estudiar nos cunda porque lo normal es que no vayamos muy sobrados de tiempo. Por eso necesitamos desarrollar una buena comprensión lectora y hacer desde el primer momento lecturas comprensivas y útiles para preparar los exámenes o alcanzar un conocimiento profundo de la materia. Veamos cómo:

Vayamos por partes

Para hacer una lectura comprensiva hay que ir punto por punto parándonos en cada concepto para asimilarlo bien. Vamos a tardar algo más de tiempo que en la que en la lectura normal de corrido, pero nos aprovechará mucho más y evitaremos repeticiones, por lo que, en realidad, ganaremos tiempo.

La imaginación como herramienta principal

A no ser que tengamos memoria eidética (lo que sería genial para los exámenes pero horroroso para nuestra vida) no vamos a aprender todo lo que leamos simplemente por leerlo. Necesitamos estimular un poquito la mente para retener lo importante y, para conseguirlo, nada mejor que ponernos a imaginar, es decir, crear imágenes visuales de lo que leemos o imaginar una situación en la que nos pase lo que estamos leyendo.

Por ejemplo, si tenemos que estudiar Derecho Procesal y estamos viendo cómo es un proceso ordinario, podemos ir imaginando la situación como si nosotros fuéramos los jueces, el abogado, el fiscal, la víctima o el imputado. De esta forma vamos viendo el papel de cada uno en el proceso, cómo se desarrolla el mismo proceso y se nos va quedando en la memoria muchísimo mejor que si solamente leyéramos.

Se trata de crear imágenes mentales que el cerebro pueda recuperar más adelante. ¡Pero ojo!, que no se nos vaya el tiempo inventando batallitas porque entonces el ejercicio pierde toda su utilidad.

Si podemos visualizarlo, podremos recrearlo después, así que cuando leemos una parte del texto, también dedicaremos unos minutos a «ver» lo que dice.

Detectar las posibles preguntas

Una parte esencial de la lectura comprensiva es la de discriminar lo importante, separar el grano de la paja o identificar qué puede ser pregunta de examen y qué no. En cada punto que leamos debemos irnos parando y analizando qué podría preguntarse, cómo sería la pregunta y cómo deberíamos contestarla. Esto hará que tengamos un mapa mental más o menos hecho de cómo será el examen.

Papel y boli siempre a mano

No es para que nos pongamos ya a hacer mapas mentales o esquemas, eso lo dejaremos para después. Es para que vayamos anotando las ideas importantes que se nos ocurran durante la lectura. Esas cosas que siempre aparecen del tipo «tengo que acordarme de esto», «que no se me olvide que…», «esto es importante porque conecta con…».

También podemos ir anotando las preguntas que creemos que podrían caer para que luego, al ponernos a repasar y a aplicar las demás técnicas de estudio ya sepamos qué puntos son los más relevantes y leamos ya buscando las respuestas.

¡Concentración, ese gran desconocido!

Para hacer una buena lectura comprensiva es fundamental que estemos concentrados y que eliminemos cualquier distracción mientras la llevamos a cabo, pero comprobaremos que nos resulta mucho más fácil estar atentos leyendo así, ya que requiere de más esfuerzo mental, que cuando lo hacemos de corrido, porque al estar imaginando y buscando respuestas, vamos a estimular más áreas de nuestro cerebro.

Es cierto que puede resultar agotador en un principio y que eso, si lo aplicamos durante muchas horas sin descansos, terminará dejándonos exhaustos. Para evitarlo, es importante compaginar la lectura comprensiva con la técnica Pomodoro para que vayamos haciendo descansos breves cada 20 o 25 minutos. Conforme vayamos aplicando esta técnica de estudio de forma habitual cada vez nos costará menos y se acabará convirtiendo en una forma automática de lectura académica.

Además, como vamos a ir desgranando pausadamente la lectura por apartados, siempre podemos parar de leer y cambiar a otra técnica de estudio como los mapas mentales o los autotest sobre lo que ya hemos leído. De esta manera, consolidaremos los conocimientos adquiridos, cambiaremos de actividad y evitaremos tener que releer.

El tiempo invertido en este tipo de lectura comprensiva es muy productivo y nos va a ayudar a retener muchos más conceptos. Probadlo y nos contáis.