Aprende a detectar bulos y noticias falsas

Bien por intereses políticos, bien por intereses económicos o bien por pura ignorancia, hay personas y entidades empeñadas en que creamos mentiras. Aprende a protegerte de los bulos y noticias falsas.
Esto no es nuevo
El uso de noticias falsas para desestabilizar y confundir a la opinión pública no es nuevo. Desgraciadamente, tenemos en nuestra historia numerosos ejemplos de esta artimaña política desde que recopilamos escritos, por ejemplo, en el año 371 a C el filósofo griego Teofrasto ya habló de estos bulos y de cómo corría la desinformación entre la población.
Las épocas de guerra han sido y son paradigmáticas en el uso de noticias falsas. George Orwell, en su libro Homenaje a Cataluña se refiere a las mentiras contadas por los medios de comunicación controlados por el régimen franquista en estos términos:
«Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente. (...) En realidad vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas «líneas de partido». (...) Estas cosas me parecen aterradoras, porque me hacen creer que incluso la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. A fin de cuentas, es muy probable que estas mentiras, o en cualquier caso otras equivalentes, pasen a la historia. ¿Cómo se escribirá la historia de la guerra civil española? (...) Sin embargo, es evidente que se escribirá una historia, la que sea, y cuando hayan muerto los que recuerden la guerra, se aceptará universalmente. Así que, a todos los efectos prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad. (...) El objetivo tácito de esa argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no sólo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido; si dice que dos y dos son cinco, dos y dos serán cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las bombas, y después de las experiencias de los últimos años no es una conjetura hecha a tontas y a locas».
La delincuencia, los fenómenos migratorios, los cambios ideológicos, el terrorismo, las grandes catástrofes… cualquiera de estos sucesos da lugar a la aparición de relatos falsos que se aprovechan del miedo para influir en las personas en favor de los intereses de unos pocos.
Periodismo fast food
Así que sí, esto no es nuevo, pero si antes los bulos dependían del boca a boca o de los periódicos para propagarse, lo que sucede ahora es mucho más aterrador por su inmediatez y expansión global. Ahora, cualquier personaje malintencionado con una conexión wifi puede empezar a lanzar bulos que, en ocasiones, llegan a tener tanta acogida, que hasta los medios de comunicación se hacen eco de la historia hasta que se demuestra su falsedad.
Junto con los bulos que son del todo falsos, como cuando nos cuentan que un famoso ha muerto y tiene que dar una rueda de prensa para demostrar que es mentira, están las noticias falsas realmente peligrosas: hablamos de verdades distorsionadas. Una mentira absoluta es fácil de detectar. Una mentira camuflada es otra cosa mucho más temible. Cuentan hechos reales con datos distorsionados; se apoyan en gráficas, datos o estadísticas completamente manipulados para dar una apariencia real y que traguemos todas esas falsedades sin ni siquiera cuestionarlas. Están pensadas con premeditación y alevosía para que cambiemos nuestra forma de pensar, para que vivamos con miedo, para cambiar el curso de unas elecciones, para justificar que accedamos a perder derechos fundamentales. Están pensadas para cambiar el mundo a peor (porque es un mundo cimentado sobre falsedades y manipulaciones) y por eso es tan importante que estemos atentos.
En la era de las redes sociales, nos hemos acostumbrado a leer titulares y no noticias. Nos hemos acostumbrado a no creer en los medios de comunicación «serios» y en cambio creernos cualquier chorrada que aparezca en un perfil cualquiera simplemente porque tiene un contenido emotivo o de denuncia. El mal periodismo, el periodismo fast food, el que se preocupa más de los likes que del rigor, inunda las redes de contenidos falseados que nosotros engullimos como pasteles y consiguen que vivamos pensando que sabemos lo que pasa cuando, en realidad, no tenemos ni idea.
Somos universitarios
El nivel de noticias falsas es tan alto que resulta imposible que no nos cuelen alguna trola, pero poniendo un poco de nuestra parte, sí podemos reducir bastante el número de mentiras que nos tragamos.
Estudiar una carrera es un privilegio y no solo porque un día tendremos nuestro eTítulo universitario y podremos aspirar a vivir de nuestra vocación, sino porque, estudiemos lo que estudiemos, una carrera sirve para abrirtnos un camino hacia la información. No nos convierte en verdaderos expertos en nada, sino que nos proporciona las fuentes del saber que necesitamos para acceder a la información. Es un mapa para guiarnos al conocimiento, y ese mapa nos abre un mundo de posibilidades que debemos aprovechar para muchas otras cosas que no son estrictamente de nuestro campo, como por ejemplo, acceder a artículos científicos, saber contrastar datos, analizar estadísticas, conocer a autores relevantes… todas estas herramientas son imprescindibles para que podamos tener una mente crítica y tratemos de discernir la verdad cuando tratan de colarnos datos falseados. Aprovechémoslas.
El sano escepticismo
Hay que cuestionárselo todo, estemos de acuerdo ideológicamente o no con lo que nos cuentan: ¿son ciertos estos datos?, ¿están manipuladas estas gráficas? (no podemos dejar de recomendaros el libro de Cómo mentir con estadísticas de Darrell Huff, sepáis del tema o no, os gusten las matemáticas o no, os lo vais a pasar pipa leyéndolo), ¿es necesaria esta reforma?, ¿qué consecuencias traerá?, ¿se ajusta esto a la realidad?, ¿puede interpretarse de otra forma?, ¿cuál es el sesgo de esta información?
Las noticias falsas nos atontan y nos convierten en borregos ignorantes indignados por mentiras y distraídos de lo que es importante. Es un arma de manipulación de masas sibilina y peligrosa. Si no cuestionamos lo que nos cuentan, estamos abocados a dejarnos llevar hacia una sociedad cuyos intereses y preocupaciones tienen el foco distorsionado: son los intereses de unos pocos poseyendo la mente de muchos. Es una sociedad de mentiras.
Consulta a profesionales
Si nos surgen dudas sobre si una información es cierta y no conseguimos encontrar cómo contrastarla, podemos consultar a profesionales del sector para que nos lo expliquen. Las redes sociales nos ponen en contacto con el mundo entero, no hay límites. ¿Dudamos sobre la utilidad de una nueva ley? Consultemos con juristas de diferentes ramas. Los foros están para eso. ¿Dudamos sobre si las vacunas nos van a dejar autistas? Hablemos con médicos y científicos para que nos den datos reales. ¿Dudamos sobre si la tierra es plana? hablemos con astrónomos y físicos que puedan darnos pruebas científicas para sacarnos esa idea absurda de la cabeza. ¿Creemos que los delincuentes siempre reinciden? Hablemos con criminólogos para que nos cuenten lo que dicen las estadísticas reales.
Los líderes de opinión no lo saben todo
En este mundo extraño en el que de pronto un adolescente que no tiene ni la enseñanza básica pero hace vídeos en Youtube y tiene millones de seguidores puede convertirse en una persona capaz de influir en la opinión de los demás, hay que andarse con mucho ojo. Nos pueden encantar las opiniones del influencer de turno igual que nos pueden encantar las opiniones de Reverte, pero ni el uno ni el otro lo van a saber todo sobre absolutamente todo.
El influencer de Youtube sabrá de lo suyo (moda, videojuegos, etc.) pero no es un experto (aunque él o ella piensen que sí) en política internacional, así que, por mucho que nos gusten sus vídeos, debemos analizar la información que nos da con detenimiento. Lo mismo pasa con Reverte, que será un experto en literatura y sabrá sobre filología, pero si se pone a hablar de política, solo es un ser humano más opinando sobre algo que no es su campo. Podemos estar en consonancia con lo que dice o no, pero nuestra orientación y la de él no convierten lo que dice en una verdad. Su opinión, en ese sentido, vale tanto como la de cualquier otra persona no experta (aunque el nivel cultural siempre es un punto que podemos tener en cuenta para dar cierta credibilidad).
Las opiniones no formadas son solo eso: opiniones, así que dejemos que los llamados líderes de opinión digan lo que quieran pero no nos lo creamos todo solo porque lo han dicho ellos.
Revisa distintos medios
Para acercarse lo más posible a la verdad de un hecho, es bueno consultar diferentes medios de comunicación. Una misma noticia puede aparecer de formas muy distintas en función del sesgo ideológico del medio que la difunda. Si queremos saber la verdad (o lo más parecido a ella) leer la misma noticia contada por distintos medios, con diferentes ideologías, nos permitirá encontrar un punto medio.
No dejes que nadie te adoctrine sin tu consentimiento.