¿Buscas trabajo? Limpia tus redes sociales

¿Buscas trabajo? Limpia tus redes sociales

Si buscas trabajo, ten cuidado con lo que tus redes sociales dicen de ti.

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Las redes sociales son un filón para los responsables de recursos humanos. Según las encuestas, muchas empresas buscan a sus futuros trabajadores a través de ellas y, en concreto, LinkedIn es la red más consultada para ampliar sus bolsas de trabajadores. También Facebook y Twitter son herramientas muy utilizadas.

Arma de doble filo

Si usamos esto a nuestro favor, una red social se puede convertir en una estupenda carta de presentación de nuestro perfil laboral, nos puede poner en contacto con grandes empresas a las que nos sería difícil acceder por medios más convencionales o nos proporciona contactos útiles en todo el mundo. Pero, al mismo tiempo, una red social usada de forma irresponsable puede destrozar nuestra imagen pública con un par de fotos comprometidas o algunos comentarios inapropiados.

Lo primero que hacen en recursos humanos

Pongámonos por un momento en la piel de una responsable de recursos humanos (vamos a llamarla señora Martínez ) a la que le llega nuestro perfecto currículo o nuestro cuidado perfil de LinkedIn. En un principio, toda la información que aportamos parece encajar a la perfección, y la señora Martínez solo tiene que teclear nuestro nombre y apellidos en Google para acceder a nuestro perfil público en las otras redes sociales más… personales. ¿Y quién no haría una comprobación tan útil y sencilla antes de contratar a alguien en su empresa? Pues hoy en día, nadie. Ni siquiera alguien con un nombre tan corriente como Martínez. Las redes sociales son un libro abierto sobre nuestras vidas, nuestros gustos y nuestros disgustos.

La necesaria autoevaluación

Ahora, objetivamente, pensemos en lo que nuestro perfil dice de nosotros: ¿tenemos alguna foto que no querríamos enseñar en una entrevista de trabajo?, ¿algún comentario sobre llegar a casa a cuatro patas después de una fiesta?, ¿algo sobre política o religión que pueda resultar ofensivo a los que no piensan como nosotros?, ¿hemos compartido algún contenido subido de tono? La mayoría de nosotros responderíamos que sí a todas estas preguntas. ¿Y qué haría la señora Martínez después de encontrar una foto nuestra vomitando en un cubo de la basura? Pues descartarnos y pasar a otro currículo.

Antes, ponerse ropa formal y acudir a una entrevista con cara de no haber roto un plato funcionaba a la perfección, pero ahora, la Red es una gran chivata que registra todo lo que hacemos y se lo suelta al primero que sepa cómo buscar. Las cosas han cambiado mucho y muy rápido, y a veces, no resulta sencillo comprender el alcance y las repercusiones que un simple comentario puede tener.

¿Y qué hacemos ahora?

Lo más recomendable es que intentemos filtrar nuestras publicaciones con un poco de sentido común. Que tratemos de preguntarnos si lo que estamos a punto de subir a Internet, puede perjudicarnos ahora o en un futuro y que descartemos aquellos contenidos que no querríamos que nos definieran. O bien que antes de lanzarnos al difícil mundo de encontrar trabajo, borremos nuestro pasado comprometido; pero, ojo, quizá alguien haya guardado las pruebas…

Pero por otro lado, las redes sociales también son un entretenimiento, un lugar de encuentro con nuestros amigos, un lugar para debatir, para reír y compartir nuestras vivencias. ¡Si solo las usáramos para cosas laborales, serían aburridísimas!

Quizá la solución más lógica consista en separar lo personal de lo profesional para conseguir que, a no ser que la señora Martínez sea una hacker, no pueda relacionar ambas facetas.

El otro yo que se divierte

Los perfiles en redes van asociados a cuentas de correo y las cuentas de correo a nombres y apellidos. Creemos un perfil público que nos represente cara a las empresas con nuestros datos verdaderos, en el que, sin mentir, hagamos notar aquellas de nuestras cualidades que puedan interesar en el mercado laboral, donde reflejemos nuestra experiencia, nuestros estudios con un título digital  para que sea accesible a cualquier Bill Gates que busque trabajadores a los que pagar un pastizal, con fotos que den la mejor imagen de nosotros y comentarios coherentes y bien redactados, sin errores ortográficos. Y por otro lado, y para sacar todo el jugo de la diversión de las redes, creemos al Míster Hyde que todos llevamos dentro y dejémosle disfrutar. Nuestro alter ego tiene, como no podría ser de otra forma, un nombre falso que cualquiera puede ver, pero que solo nuestros amigos saben a quién pertenece realmente; tiene sus perfiles asociados a otra cuenta de correo que no está relacionada con la auténtica y puede decir y hacer lo que quiera (sin pasarse, no vaya a ser que finalmente Martínez sí sea una hacker), abrigado por la cómoda capa de invisibilidad que proporciona el anonimato al puro estilo Bruce Wayne-Batman.

Finalmente, debemos comprender que todo lo que llega a la Red se queda en la Red (a no ser que nos pasemos el día pegados al ordenador borrando todo lo que se publique) y que la fiesta de hoy no debería nunca fastidiarnos la gran oportunidad laboral de mañana. Si usamos las redes conscientemente, sabiendo que son una ventana abierta a nuestra vida, podremos cerrar las cortinas a tiempo y no lamentarlo más tarde.

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