Como mejorar la relación con nuestros padres

3 Oct 2021
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Como mejorar la relación con nuestros padres

En el mejor de los casos habrá etapas en nuestra vida en la que nuestros padres nos traerán de cabeza y, cuanto menos duren esas etapas, mejor para todos.

padres

Conflictos del día a día

Para empezar, hay que decir que los conflictos no son malos. Lo que es malo es no solucionarlos y que se enquisten. Y también no saber comunicar lo que queremos y pasarnos el tiempo acumulando broncas.

Dicho esto, estudiar es, casi siempre, un foco de conflicto con nuestros padres. Bien porque quieren que estudiemos el grado que ellos consideran mejor para nuestro futuro, bien porque nuestras notas no los satisfacen, bien porque no entienden nuestras necesidades en época de exámenes, porque quieren que pasemos más tiempo en casa, porque tienen las expectativas muy altas y tememos decepcionarlos o por lo que sea, la relación paternofilial durante el proceso de sacar nuestro eTítulo universitario puede ser (si no ponemos remedio) un tanto tensa.

Los padres: esos seres creados para amargarnos

Dicen los refraneros que quien bien te quiere te hará sufrir y tienen razón. Los padres pueden darnos más quebraderos de cabeza que la asignatura más difícil del grado, pero nos quieren y los queremos, lo que volviendo al refrán significa que nosotros también los estamos fastidiando bastante.

Los conflictos familiares pueden ser muy complejos, multicausales, repetitivos y hasta destructivos y, por eso, hay que solucionarlos lo más pronto posible.

Hay algo sobre lo que deberíamos reflexionar detenidamente si queremos mejorar la relación familiar: los padres son personas.

¿Parece obvio? Pues no lo es si nos paramos a pensar en lo que les exigimos tanto nosotros como la sociedad en general. Los padres deben ser perfectos y dar todo por sus hijos (sobre todo las madres, a las que además se les atribuyen propiedades de sacrificio sobrehumanas). Los padres deben mantenernos, renunciar a sus caprichos, a su diversión, deben comprendernos, apoyarnos, consolarnos y no molestarnos demasiado. Los padres deben implicarse en todo, pero sin incordiar y deben aprobar cualquiera de nuestras decisiones. Sus vidas deben girar en torno a la nuestra porque para eso nos han tenido, ¿no? Pues no.

La madurez consiste en aceptar a nuestros padres como son sin intentar cambiarlos, con sus virtudes, sus defectos, sus limitaciones y esforzarnos por establecer con ellos una relación sana y horizontal. ¿Y cómo se hace eso? Os lo contamos:

Empatía en las discusiones

Ante cualquier tipo de conflicto con nuestros padres, lo primero que debemos hacer es pasar un rato a solas y dejar que baje nuestro nivel de enfado. Ningún conflicto se resuelve pegando gritos.

Durante ese rato, además de respirar y de calmarnos, tratemos de ponernos en su lugar entendiendo quiénes son. Esto significa que debemos intentar ver las cosas desde su perspectiva y analizar sus razones (aunque no las compartamos) con objetividad. Para eso podemos preguntarnos: ¿Quiénes son?, ¿de dónde vienen?, ¿qué educación han tenido?, ¿por qué piensan de esta manera?, ¿qué intención tienen? (por cierto, la respuesta válida a esta pregunta nunca es «lo hacen para **** la vida»).

Si entendemos sus motivaciones y por qué piensan como piensan, nos será más sencillo argumentar y también seremos más tolerantes. Un conflicto nunca va a solucionarse adecuadamente sin entender al oponente.

Elegir el momento adecuado para abordar temas delicados

No es cuando acaban de salir de trabajar y están exhaustos, tampoco cuando están enfadados o estresados. Hay que ser un buen estratega y elegir un momento en el que los veamos receptivos.

Si esa ocasión no llega en pocos días, podemos concertar una cita avisándoles de que necesitamos hablar con ellos y preguntando cuándo les vendría bien. Si son personas muy ocupadas, podemos mandarles un correo electrónico, pero sea como sea es importante que nosotros tengamos el control de la situación tomando la iniciativa.

Aprender a expresarnos 

Sobre todo cuando tenemos padres autoritarios resulta muy difícil expresarse, pero madurar pasa por aprender a defender nuestras ideas, a poder ser de forma asertiva.

Hay que pedir educadamente que nos escuchen e incluso manifestar nuestro estado de ánimo, por ejemplo: «Quiero hablar con vosotros porque para mí es muy importante solucionar este problema que tenemos y querría pediros que me escuchéis hasta el final, porque estoy un poco nervios@ y no quiero perder el hilo».

A partir de ahí, debemos exponer nuestras ideas y lo que queremos de forma ordenada, en un tono amistoso, sin faltar al respeto y siendo lo más concretos y claros posible (para lo que previamente habremos estado pensando en ello y organizándonos la cabeza). Es importante conocer nuestras emociones y hablar de ellas sin problema

Negociar: todos ganamos y todos perdemos

Una negociación se considera exitosa cuando ambas partes ganan algo y ceden en algo también. El problema con los padres es que, al tener la sartén por el mango, pueden echar mano de un superpoder mágico que consiguen en el momento en el que nacemos y que se invoca con diferentes conjuros: «Porque lo digo yo y punto», «Son mis normas y es mi casa», «Yo soy el/la que te mantiene», etc.

Lo que más rabia da de ese superpoder es que tienen toda la razón, pero podemos intentar que no lleguen a lanzar el hechizo si exponemos primero aquellas cosas que estamos dispuestos a sacrificar. Algo que sepamos que quieren. Algo que no puedan conseguir sin nuestra plena colaboración.

Una vez dicho eso, nos toca pedir a nosotros.

Por cierto, esa magia también se agota en el momento en el que somos independientes, así que paciencia.

Perdonar cuanto antes

¿Cuántas fechorías nos han perdonado nuestros padres? ¿Cuántas veces hemos metido la pata hasta la ingle? Como ya hemos dicho antes, los padres también son personas y se equivocan. Merecen la misma consideración que nos dan, como mínimo, por lo tanto (salvo cuestiones que puedan estar descritas en el Código Penal), lo suyo es perdonar las faltas y hacerlo cuanto antes.

El truco definitivo para una buena relación

Si queremos llevarnos bien con nuestros padres y que nos traten como los adultos que ya somos, hay un truco que no falla. Quizá lleve un poco de tiempo, pero tiene el éxito asegurado y solo debemos hacer estas 6 cosas:

  1. Ser responsables con los compromisos que adquirimos.
  2. Ayudar en casa. Responsabilizarnos de crear un buen hogar.
  3. Hablar mucho con nuestros padres. Contarles nuestras preocupaciones y escuchar las suyas. Preguntarles por su trabajo y por sus inquietudes regularmente.
  4. Hacer algo con ellos todas las semanas como ir al cine, a tomar algo o de excursión. Compartir una afición.
  5. Besarlos, abrazarlos y decirles que los queremos.
  6. Ser agradecidos por lo mucho que nos ayudan.

Ante una actitud así, ningún progenitor (por muy difícil y cabezota que sea) podrá resistirse.

 

 

 

Escrito por  root

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