El verano y las redes sociales

27 Jul 2018
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El verano y las redes sociales

Con tanto tiempo libre y tanto ocio veraniego, nuestras redes sociales se llenan de imágenes del típico postureo veraniego, pero ¿cómo saber si esas imágenes nos perjudican?

RRSS

Todo es demasiado nuevo

Las redes sociales (RRSS) son una forma de comunicación muy nueva. Aún hay generaciones enteras que durante su infancia y juventud no conocieron ni siquiera la idea de que podía existir internet, así que es normal que les resulte muy marciano que, de pronto, alguien quiera pasar el día documentando y compartiendo hasta cuando va al baño.

La privacidad, hasta hace pocos años, era un derecho que se atesoraba casi como algo sagrado hasta el punto de que, incluso nuestra ley penal, tenía reparos en inmiscuirse en lo que pasaba dentro de los hogares y por eso los delitos de pornografía infantil, violencia doméstica o violencia de género o no existían o se consideraban cosas en las que no había que meterse demasiado porque pertenecían al ámbito privado.

En cambio, para los llamados millennials y más aún para los integrantes de la generación Z, la privacidad es un concepto mucho más maleable. Las generaciones criadas con acceso a internet y RRSS han adaptado su forma de presentarse al mundo. La privacidad propia consiste, solamente, en salvaguardar aquello que yo quiero salvaguardar; la privacidad ajena, como diría Mariano Rajoy,  «ya tal».

Los muchos detractores

Ahora, vender una imagen (real o no) de nosotros mismos y exponerla al mundo entero es algo natural para muchos y absolutamente espeluznante para muchos otros. Nos hemos convertido en nuestra propia marca y la publicitamos tal y como nos han enseñado: mostrando las partes “vendibles” y ocultando lo que no sea comercial. La privacidad se ha transformado en algo líquido que cada uno trata de modelar según su personalidad y sus intereses. Este cambio de paradigma ha pillado totalmente desubicados a una gran parte de la población que se lleva las manos a la cabeza cada vez que ven a los más jóvenes poniendo morritos delante de una cámara o fotografiando sin cesar el plato de lentejas del domingo como si las lentejas pudieran ser algo hermoso. Y la realidad es que siempre ha habido y siempre habrá misoneístas, pero más allá de aquellos que ya sabemos que van a reaccionar con horror ante cualquier tipo de cambio debemos preguntarnos hasta qué punto estamos haciendo bien las cosas y cómo podemos estar, sin darnos cuenta, arruinando nuestra reputación y nuestra autoestima.

Un poco de cordura

Por otra parte, estar mirando una pantalla perpetuamente no puede cegarnos (bueno, sí, literalmente, es probable que lo haga, pero no debe hacerlo en sentido figurado). Tenemos que entender que las RRSS no deben alejarnos de la realidad sino acercarnos a ella. Hay que poder diferenciar las noticias falsas de las que no lo son y no podemos permitir que el mundo se vaya al carajo mientras nosotros estamos preocupados por cuánta gente está viendo nuestro story.

Al mismo tiempo, debemos aplicar un poco de sentido común para proteger nuestra autoestima: a nadie le va tan bien siempre ni se divierte las 24 horas del día. Las fotos de los llamados influencers son lo que son: la imagen de una marca comercial que busca patrocinadores (no os perdáis la historia de Max Chafkin y su experimento para ser influencer).

Como universitarios que luchamos por adquirir conocimientos y labrarnos un futuro, sabemos que, estadísticamente, aspirar a ser Amancio Ortega no es muy realista y, aunque aspiremos a emprender, será muy complicado si todo nuestro esfuerzo lo dedicamos a ganar seguidores y no a crear o a solucionar una necesidad real. Claro, todo esto era más fácil cuando las marcas no eran personas (¿os imagináis al señor de Nike haciéndose fotos con morros de pato y sacando bíceps para vender sus zapatillas?). Mezclar conceptos de esta forma está a la orden del día y ahora es completamente real que alguien nos venda algo de esta forma tan rara, pero lo que es absurdo es que imitemos esos comportamientos si no aspiramos a vender nada, porque en realidad, y desgraciadamente, sí estamos vendiendo algo (a nosotros mismos), pero sin sacar beneficios.

Inmediatez contra previsión

Es posible que, de pronto, veamos muy natural hacernos una foto sexi en la playa o bajarnos una foto de Google de un complejo hotelero en las Bahamas y colgarla en Instagram como si fuera nuestra y, en principio, no tiene por qué tener nada de malo (más allá de la apropiación intelectual y esas cosas de la ética), pero ¿nos hemos parado a pensar si en un futuro esa foto podría perjudicarnos en un puesto de trabajo o deteriorar nuestra reputación? ¿Podrá usar alguien esa imagen para hacernos daño?

Las RRSS hacen ciertas trampas con el tema de nuestra privacidad: por un lado, venden nuestros datos sin que nosotros lo autoricemos (o sin que tengamos más remedio que autorizar ciertas cosas que luego no sabemos lo que significan). Por otro lado, nos hacen chantaje porque si queremos tener seguidores y tener una buena visibilidad, los perfiles privados no son una buena idea. ¿Qué hacemos entonces? La cosa es más simple de lo que parece: pensar.

Debemos preguntarnos hasta qué punto queremos sexualizar nuestra imagen o vender una vida ficticia y qué beneficios o problemas a largo plazo (sociales y psicológicos) puede acarrear. Debemos preguntarnos también qué contenidos compartimos y qué dicen realmente esos contenidos de nosotros. Y debemos ser capaces de pensar, con los pies en la tierra, por qué si no somos de la familia Kardashian querríamos parecernos a ellos.

Los dobles filos

Las RRSS son una herramienta de comunicación de primer orden. Conectan a personas de todo el mundo y consiguen cambios sociales a gran escala en poco tiempo, pero, como pasa con toda herramienta, hay que saber usarlas para que no se vuelvan en nuestra contra. No se trata de volverse un puritano o un asocial, los tiempos cambian y adaptarse a ellos demuestra inteligencia, pero no hay que cegarse: estamos preparándonos para ser profesionales, estamos luchando por conseguir un eTítulo universitario y poder encontrar un buen trabajo el día de mañana. Nuestras redes también deben representar esa parte de nosotros.

Escrito por  root

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