Votar o no votar

Votar o no votar

Muchos estudiantes universitarios se plantean si votar o pasar. Si estás indeciso o no te apetece participar en las elecciones, lee esto antes de decantarte. Votar es necesario para ti y para los que te rodean.

Abstencionismo universitario

La cuestión no deberá ser si votar o no votar, sino a quién hacerlo. El abstencionismo no cambia nada, no refleja nada, tan solo el pasotismo de una parte de la sociedad (desgraciadamente amplia). Quizá en otro momento histórico o social podríamos pensar que toda persona que no vota es porque no está de acuerdo con el sistema, porque no quiere una democracia o porque la que hay no le satisface, pero lo cierto es que eso no es así. Entre los millones de personas que no se acercan a las urnas no solo hay gente con unos ideales definidos y antidemocráticos (de hecho son los menos), sino que, lamentablemente, lo que abunda es la pereza, la incultura o la falta de solidaridad.

El abstencionismo no soluciona los problemas, simplemente se aparta y mira hacia otro lado mientras los demás tratamos de pelear con lo que nos toca. Lo que se refleja en las urnas tras el cuantioso número de abstenciones (como por ejemplo el de las últimas elecciones generales que supuso el 28,31% de la personas con derecho a voto, es decir 9.710.775 personas mayores de 18 años), no es que entre ellos haya un ánimo de cambiar las cosas, sino un desánimo total. Podemos achacar la culpa a la política, a la corrupción y a lo que la política nos trasmite desde los medios de comunicación. Incluso podemos echarle la culpa a Sálvame o a MHYV, pero lo cierto es que la culpa de nuestra indiferencia hacia los problemas de nuestro país solo es nuestra y a nosotros nos corresponde hacer balance y dejar de mirarnos el ombligo para, una vez cada cuatro años, arrimar el hombro y formar parte de algo.

Típicas excusas

Algunos de los lugares comunes más escuchados últimamente son del tipo de a mí no me interesa la política o si los políticos no se interesan por mí para qué voy a interesarme yo por ellos. Bueno, sin ánimo de ofender, esto no son más que excusas que nos ponemos para justificar un desapego social, que finalmente resulta poco práctico incluso para nosotros mismos. Pensar que la política no nos interesa es pensar que la política se resume a los  políticos cuando, la verdad, es que todo es política: son los impuestos que pagamos y en lo que se invierten, política es el sueldo que nos pagan, política es el funcionamiento de la sanidad y de la educación públicas, política son las becas, los programas de estudio y las titulaciones, el tráfico, las ayudas sociales y las infraestructuras. Política es la contaminación y los derechos de los animales, los medios de transporte públicos y las ayudas al alquiler. Las licencias de los bares, la solidaridad,  la seguridad ciudadana, las leyes penales, los derechos civiles y la lucha contra la violencia machista. Política es el precio del carrito de la compra, la inmigración, la emigración, las pensiones y la natalidad. Política es la cultura, la justicia y, sí, también los partidos políticos y sus tejemanejes, pero no interesarse por la política es no interesarse por nada ni por nadie y eso no es posible.

Democracia imperfecta

Alguna gente sostiene que la democracia es buena, pero que la nuestra es defectuosa, por lo que deciden no participar, pero si algo no te gusta, no puedes esperar que cambie por sí mismo hasta que se adapte a lo que tú quieres. Si estás en desacuerdo, haz algo para cambiarlo, lucha por lo que crees y aunque este sistema sea imperfecto, al menos te da herramientas para expresar tu forma de verlo, cosa que en otros países resulta totalmente imposible.

No vale quejarse

Por esto, si aún así te quedas en tu casa el día 20 y no tienes 10 minutos para acercarte a un colegio electoral, recuerda que en los próximos 4 años,  si no te gusta cómo se desarrollan las cosas, no deberías quejarte. Los casi 10 millones de abstencionistas de las elecciones pasadas podrían haber cambiado los resultados electorales y no quisieron. Esta es una nueva oportunidad para participar en la sociedad en la que vivimos cambiando algo o manteniendo lo que está (porque eso es decisión de cada uno), pero salga lo que salga, que tu voz se escuche, que nadie decida por ti cómo vas a vivir o cómo será tu país. Lee los programas electorales y vota a aquel que más defienda tus intereses y si no encuentras ninguno entre los partidos mayoritarios, vota al partido más ridículo que encuentres, pero vota. Una sociedad que no se mueve es una sociedad que no cambia, no mejora, no evoluciona. Unos ciudadanos inactivos que no defienden sus ideales no pueden aspirar a nada más que lo que les dan y eso no debería suceder nunca en democracia, que no es otra cosa que el gobierno del pueblo.

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