¿Realmente tienes una adicción al ‘smartphone’?

5 Nov 2017
Nuestro blog
¿Realmente tienes una adicción al ‘smartphone’?

Ahora está de moda decir que los jóvenes no sueltan su smartphone ni bajo el agua y que son adictos, pero ¿es eso cierto realmente?

Críticas

Vas por la calle mirando el móvil, durante una comida familiar lo consultas constantemente, las reuniones con tus amigos casi podrían celebrarse en lugares separados porque cada uno está pegado a su propio teléfono, estás más pendiente de los comentarios en redes o de los grupos de WhatsApp que de lo que estás haciendo y te da más miedo que se rompa tu móvil que romperte una pierna. Bueno, pues bienvenido al presente.

Se suele criticar a los jóvenes por estar pegados a sus smartphones constantemente: que si van empantallados, que si no hacen otra cosa, que si se están perdiendo la vida… En fin, que puede que tengan razón o puede que no. Vamos a verlo:

Antecedentes

Hace años, las mujeres (sí, los hombres desgraciadamente no se ocupaban de esas tareas) iban al río a lavar la ropa o lo hacían en las calles armadas con barreños y jabón, frotando la ropa sobre tablas onduladas de madera o piedra. Siglos después, cuando se inventó la lavadora, probablemente algunos dirían que eso era una tontería (¡para qué gastarse un dineral si se podía lavar a mano!). Eso por no mencionar la pérdida de esta estupenda reunión social de mujeres charlando junto al río.

Cuando la televisión llegó a los hogares hubo miles de detractores que criticaron lo que la tele podría suponer para la comunicación intrafamiliar y el tiempo de ocio: «¡La gente ya no saldrá a la calle a ver a sus amigos porque estará viendo la tele!», «¡Ya no se hablará en las comidas porque todos mirarán la tele!».

Con los ordenadores en casa y el acceso a internet pasó tres cuartos de lo mismo y con los teléfonos móviles, igual.

Puntos de vista

Pero ¿acaso es mentira lo que dicen esas voces atecnológicas? Pues no. No lo es. Lo cierto es que aquella costumbre de lavar la ropa en comunidad se perdió y, con ella, se perdieron también ciertas cuestiones culturales que rodeaban ese hábito, pero a cambio, las mujeres ganaron en libertad, pudiendo disponer de su tiempo para hacer otras cosas, y en salud, porque las manos de las lavanderas se agrietaban dolorosamente. Probablemente la fauna y flora de los ríos hubiera agradecido también que dejaran de rociarlos con jabones y otros productos si no fuera porque los vertidos químicos de las industrias destrozaron todo a su paso.

La gente que clamaba contra la televisión estaba en lo cierto al asegurar que muchas familias delegaron en ese aparato el cuidado de sus hijos o que la comunicación intrafamiliar se reduciría, pero olvidaron que el aparato en cuestión no era el culpable del uso que se le diera. Y es ahí donde hay que incidir, en los usos adecuados e inadecuados de la tecnología que está hecha para mejorarnos la vida, pero no para vivirla por nosotros.

Lógica ante todo

Hay que saber distinguir, por tanto, entre lo que dice toda esa gente que siempre ve el lado malo de las cosas y la realidad, y esta es que los smartphones son herramientas con una tremenda utilidad que facilitan muchísimo nuestra vida, nos ayudan en el aprendizaje, nos conectan con nuestros amigos y familiares desde cualquier sitio, nos entretienen, aumentan nuestra seguridad, nos permiten enviar por email nuestro eTítulo a cualquier empresa del mundo y miles de cosas más. Es absurdo criticar que usemos mucho los teléfonos móviles porque sirven para todo: son la mejor navaja multiusos que se ha inventado jamás.

Otra cosa distinta es que los usemos de forma inadecuada. No existe, si aún te lo preguntas, una adicción al smartphone como tal, porque las adicciones son situaciones que generan un grave trastorno en la vida de las personas y que, cuando se abandonan, crean síndromes de abstinencia y problemas físicos y psicológicos reales.

Lo que puede pasar con los smartphones es que estemos usándolos para suplir carencias preexistentes en nuestra personalidad que son las que hay que tratar; por ejemplo, una persona con una autoestima muy baja podrá sentir que necesita gustar y coleccionar likes en sus redes sociales. Pero el problema no es el smartphone, el problema es, como decíamos, la autoestima.

Puede pasar que estemos tan pegados al móvil que nuestro rendimiento baje en los estudios, pero el problema vuelve a ser nuestro y no del smartphone. Así que revisa qué está fallando, por qué tus estudios no te están motivando lo suficiente y mira a ver qué puedes hacer para solucionarlo, porque una cosa está clara: por muy smart que sea nuestro teléfono no va a sacarse la carrera por nosotros, así que deja el teléfono un rato y mira a ver qué te pasa o consulta en el buscador de tu teléfono qué puedes hacer para mejorar.

Adaptarse a los cambios

Otra cuestión que se critica es que la gente pasa más tiempo haciendo fotos de la puesta de sol que disfrutándola y cosas por el estilo, pero quien dice eso es porque no se ha dado cuenta de un par de cosas: en primer lugar, que da tiempo a hacerlo todo, a hacer fotos al sol y a disfrutarlo, y, en segundo lugar, que cada uno disfruta como le apetece. ¿Quién puede asegurar que el placer es mayor mirando durante veinte minutos al sol descender por el horizonte que mirándolo diez y pasando otros diez compartiendo la vivencia con amigos? Cada uno disfruta como le da la gana y deberíamos dejar a los demás en paz mientras no hagan daño a nadie.

El problema es, en realidad, que no nos adaptamos bien a los cambios cuando estos se producen tan rápido. La gente se asusta al ver que lo que habían aprendido y asumido como «lo normal» ya no es así y tienen que volver a aprender y a normalizar conceptos y maneras de hacer las cosas que antes no tenían; algo que siempre genera conflictos. En unos años, según el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, ya no habrá smartphones y todo se hará por medio de realidad virtual y aumentada. Veréis entonces la que nos va a caer encima: que si ese no es el mundo real, que si no disfrutamos de la vida… En fin, lo de siempre. Somos animales de costumbres queramos o no (unos más que otros).

 

 

 

Escrito por  Webmaster