Guía de supervivencia para el verano

24 Jul 2015
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Guía de supervivencia para el verano

¿Sabes distinguir entre una insolación y un golpe de calor y cómo actuar en cada caso?,  ¿sabes qué no debes hacer nunca si te pica una medusa? El verano tiene sus riesgos, evítalos.

verano

El verano nos brinda la posibilidad de disfrutar de un montón de actividades divertidísimas al aire libre, pero también entraña ciertos riesgos que se reducen considerablemente conociendo unas sencillas pautas. En eTítulo queremos que disfrutes de tu verano de forma segura y que no te la juegues.

Corriente de resaca

No, la corriente de resaca no es una horda de jóvenes caminando hacia casa el domingo por la mañana después del botellón, la corriente de resaca es un fenómeno muy común que ocurre cuando el agua del mar, que es impulsada por las olas hacia la orilla, no puede volver por el mismo sitio de donde ha venido porque choca con rocas o bancos de arena que se lo impiden. En estos casos, el agua “busca” por la orilla una zona libre de obstáculos para volver y establece una corriente en forma de río que empuja con fuerza hacia adentro.

Este proceso tan simple de movimiento de aguas ocasiona que cada verano tengamos que lamentar la muerte de un montón de bañistas que, por desinformación, se agotan nadando contra la corriente hasta quedar exhaustos. Por eso es esencial que sepamos lo que está pasando cuando una corriente nos chupa mar adentro y qué debemos hacer para salir de ella. La situación de que haya tantos ahogados cada año por las corrientes de resaca es doblemente trágica por lo fácil que es salir de ellas si se sabe cómo: ya hemos dicho que la corriente forma un río que empuja hacia adentro a todo aquel que se encuentre en la zona tratando de salir del agua, si nos dedicamos a nadar con todas nuestras fuerzas, acabaremos agotados, lo que debemos hacer es nadar en paralelo a la playa. Los ríos tienen fuerza, pero son estrechos. Con un poco de calma, podremos nadar en paralelo a la costa unos metros y luego salir del agua con tranquilidad una vez que hayamos superado la zona de corriente. Lo vemos mejor en la ilustración (ojalá hubiera un cartel así visible en cada playa):

Corriente de resaca

Pantanos, embalses, ríos… 

No solo el mar tiene corrientes, los embalses, lagos y demás también las tienen y además pueden ser muy peligrosos por diversos motivos, a menudo incluso más que el mar. En primer lugar, tienen menos vigilancia incluso en verano y suelen ser muchísimo más profundos de lo que parece a simple vista, además no tienen un descenso gradual, como ocurre en las playas, sino que puedes pasar de la orilla al fondo en un solo paso. Para más inri, el fondo suele estar lleno de vegetación a la que puedes quedar enganchado fácilmente y la escasa o nula salinidad de las aguas hace que la flotación sea mucho menor y, por tanto, nos cansemos más. Todo esto no significa que no podamos bañarnos más que en la playa o en la piscina, significa que hay que tomar ciertas precauciones:

Báñate solo en las zonas habilitadas o permitidas, no en cualquier parte.

Nunca vayas solo y avisa a otras personas de dónde vais a estar.

Lleva contigo algo que flote, como una tablilla de corcho o una colchoneta, para que puedas lanzarla al agua si alguien tiene problemas.

Jamás, jamás, te tires para intentar salvar a alguien con dificultades en el agua sin tener la preparación adecuada. Una persona que ve peligrar su vida hará cualquier cosa para tratar de mantenerse a flote, incluyendo hundir a la persona que trata de ayudarla, y la fuerza con la que lo hará será tan descomunal, debido al pánico, que difícilmente podrás hacerle frente. Lo que debes hacer se resume a dos sencillos pasos:

  1. Lanzar algo que flote para que la víctima se agarre.
  2. Llamar a los servicios de emergencia lo más rápido posible. En estos casos, lo de que el tiempo es oro, se queda corto.

Picaduras marinas

A pesar de lo que nos han vendido el cine o las novelas de ficción, el mar no está repleto de criaturas horrorosas deseando arrastrarnos a las profundidades y devorarnos lentamente. Los animales marinos suelen ser asustadizos y pacíficos con los seres humanos, a pesar de que nosotros no somos muy amables con ellos. Lo que sí puede pasar es que accidentalmente nos crucemos en el camino de una medusa o que pisemos sin querer una faneca o un pez escorpión. En estos casos, y aunque el dolor pueda ser muy agudo, lo importante es mantener la calma y nunca lavar la herida con agua dulce porque puede reactivar las células urticantes o el veneno de estos animales. Usa agua del mar para lavar la lesión y si se ha quedado algún filamento adherido, retíralo con unas pinzas. La picazón que causa la picadura de medusa suele calmarse vendando la zona con unas gasas empapadas en vinagre y si no se inflama la zona ni sientes malestar, bastará con que pasen un par de días para que dejes de notarlas, pero si te han picado en una zona sensible o se inflama o te encuentras mal, acude inmediatamente al médico porque puede darte una reacción alérgica grave. Si lo que te ha picado es un pez escorpión, deberás introducir el pie en agua salada muy caliente y acudir al médico de inmediato. Cada verano un montón de personas sufren este tipo de picaduras y la inmensa mayoría de las veces no suponen ningún peligro.

Precaución en los saltos

Lo de que es mejor no tirarse desde acantilados y que el riesgo de quedarse tetrapléjicos aumenta alarmantemente con ese tipo de prácticas, ya lo sabemos todos, pero si aun así te apetece hacerlo, hazlo con cabeza (que no de cabeza). Busca zonas que tengan suficiente profundidad y desde las que otros ya hayan saltado sin riesgos. Asegúrate de lanzarte con fuerza hacia delante para no chocar con la roca, junta las piernas y pega bien los brazos al cuerpo para entrar en el agua sin golpearte. Avisa siempre a alguien de dónde vas a estar y lo que vas a hacer, y ten a mano el número de emergencias y el teléfono.

Insolaciones/golpes de calor

Están relacionados pero no son lo mismo, ambos tienen que ver con un fallo en la gestión de temperatura corporal, pero son distintos y unas son mucho más graves que los otros. Un problema típico del verano que debemos evitar:

El golpe de calor

Ocurre cuando la temperatura es muy alta pero hay humedad ambiental que evita que el sudor se evapore refrescando el cuerpo. Ya sea por hacer ejercicio físico en las horas de más calor o por el mismo clima infernal que reina en verano, el caso es que el cuerpo pierde su capacidad termorreguladora (o esta es insuficiente) y se desencadenan una serie de síntomas que es necesario tratar:

Dolor de cabeza, calambres, sudoración, mareo, náuseas, debilidad, calambres o taquicardia.

Si pensamos que podemos estar teniendo un golpe de calor, debemos acudir a un lugar fresco y alejado del sol, sentarnos o tumbarnos, quitarnos la ropa prescindible, abanicarnos y refrescarnos la piel con telas húmedas de forma gradual, sin cambos bruscos de temperatura. Si en unos minutos la sensación no remite, tenemos que acudir inmediatamente a urgencias.

Insolación

La insolación ocurre por los mismos motivos que el golpe de calor, pero es mucho más grave. Un golpe de calor sin tratar puede derivar en una insolación, pero no a la inversa. Los síntomas que nos servirán para identificarla son:

Piel caliente y seca (en este caso no hay sudoración), confusión, dificultad respiratoria, vómitos, pérdida de conocimiento y, en algunos casos, fiebre.

En el caso de que alguien esté sufriendo una insolación, se le deberá llevar inmediatamente a un lugar fresco y llamar rápidamente a emergencias. Mientras la ambulancia llega, debemos tratar de refrescar a la persona de la misma manera que lo haríamos con el golpe de calor. La llamada a emergencias en este caso es imprescindible, porque una persona que sufre una insolación acabará convulsionando y puede entrar en coma y morir.

Quemaduras solares

Sí, estar echándose crema continuamente es un tostón, pero ¿sabéis lo que es más tostón? Pasarse varios días con la piel tan sensible que duela hasta vestirse. ¿Y aún más tostón? Desarrollar un melanoma y someterte a un montón de operaciones para luchar contra uno de los cánceres más mortíferos que hay. No nos queremos poner tremendistas, pero, la verdad, no echarse protección solar viendo los problemas que se pueden tener es de tontos.

Por otro lado, y siendo realistas, todos podemos acabar color cangrejo en un día que no esperábamos torrarnos al sol y para el que no nos hemos preparado, por eso también tenemos que saber cómo tratar las quemaduras solares. Es sencillo: debemos apartarnos del sol, refrescar la zona con telas húmedas o directamente con agua, aplicar una crema adecuada o aloe vera puro (que es sin duda lo que mejor funciona) y armarnos de paciencia y de telas suaves para pasar el trago lo mejor posible. También, como es lógico, debemos evitar tomar el sol en las zonas afectadas hasta que la quemadura remita y echar siempre en la mochila un bote de crema protectora para que no se vuelva a repetir.

¡Hala! ¡A seguir disfrutando del verano!

Escrito por  Webmaster

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