Copiar o no copiar… esa es la cuestión

Copiar o no copiar… esa es la cuestión

La tentación está ahí: llevar chuleta al examen, mirar disimuladamente al del compañero, usar el móvil… pero ¿conocemos realmente las consecuencias de copiar?

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Ayudas tecnológicas

Apuntarse las fórmulas en el brazo o grabar con aguja en el boli Bic un tema entero de Historia, está pasado de moda. Ahora lo más es llevar un pinganillo en la oreja y una cámara con forma de botón en el ojal de la camisa. Solo necesitamos a un colega conectado a Internet al otro lado y podemos bordar el examen.

El problema es que los profesores también se están actualizando, y en algunas universidades ya usan inhibidores de frecuencia en época de exámenes, además del clásico paseíllo por las aulas, separar los asientos y demás técnicas archiconocidas que nos dificultan mucho el copiar.

Los trabajos tampoco se libran

Copiar frases enteras de la Wikipedia o de los trabajos subidos a El Rincón del Vago es un riesgo cada vez mayor desde que han aparecido programas informáticos que buscan en la Red y detectan el porcentaje del texto que no es original. Si el profesor descubre que nos hemos “inspirado” demasiado en otras fuentes, nos acusará de plagio y las consecuencias no serán agradables. Si vamos a citar, no podemos olvidarnos de incluirlo en la bibliografía y si lo que queremos es que parezca que podemos hablar del existencialismo como Simone de Beauvoir… bueno, eso no va a colar, así que mejor no intentarlo.

Contratos a la americana

Cuando uno entra en Estados Unidos, tiene que firmar una especie de contrato diciendo que no va a traficar con drogas, matar a nadie, comer niños (o algo así). Bien, pues en algunas universidades españolas, ya están haciendo lo mismo, no en lo referido a comer niños, claro, sino como una declaración de honestidad en la que los alumnos se comprometen a no incurrir en prácticas fraudulentas para superar sus estudios. Entonces, uno puede pensar en firmar la declaración y luego hacer lo que le dé la gana, pero se trata de un contrato firmado “voluntariamente” y es vinculante. Eso quiere decir que si nos pillan copiando, las consecuencias serán más graves puesto que nos habíamos comprometido a no hacerlo. No solo nos saltamos las normas universitarias, sino que además nos pasamos por el forro un contrato legal. ¿Asusta no? Pues esa es la intención.

Consecuencias desconocidas

Parte del problema reside en que los alumnos no conocemos las consecuencias reales de copiar. Hacer alguna trampa es algo culturalmente aceptado e incluso socialmente valorado, pero lo cierto es que por no preparar bien un examen o por no presentar un trabajo como es debido, nos podemos quedar fuera. Y sí, literalmente quedar fuera porque dependiendo de la gravedad de la infracción (no es lo mismo una fórmula apuntada en la mano que llevar un pinganillo como no es lo mismo plagiar un trabajo de dos folios en primero que plagiar la tesis doctoral), el castigo irá desde el suspender la asignatura sin posibilidad de reexaminarse a la expulsión ipso facto de la Universidad. Quizá resulte un tanto exagerado, y siempre hay profesores más permisivos que otros, pero lo cierto es que las cosas están así. Y si lo pensamos bien, no es justo que mientras unos se matan a estudiar, otros inviertan en innovación tecnológica, por lo que es lógico que la Universidad vele por que todos tengamos las mismas oportunidades. ¿No os parece?

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